Con el ruido de los coches ¿te va a molestar la música? Ensayo sonoro de la música callejera en el subte de Buenos Aires
DOI:
https://doi.org/10.51359/2526-3781.2021.249677Palabras clave:
arte callejero, música callejera, sonoridades, subte, Buenos Aires, ensayo sonoroResumen
El transporte subterráneo de la ciudad de Buenos Aires –coloquialmente llamado subte– tiene seis líneas con diferentes recorridos, por momentos entrecruzados. Estos túneles que se despliegan debajo de Buenos Aires abren una serie de espacios por donde la gente se desplaza cotidianamente. Escaleras, ascensores, pasillos, estaciones, andenes, pisos y entrepisos. Y, por supuesto, los vagones del subte. Al transitar en y entre estos espacios, el cuerpo se transforma en el centro en movimiento de una diversidad de músicas interpretadas por artistas callejeros.
En el subte de Buenos Aires existe una cantidad de músicos difícil de hallar en otras vías de transporte de Latinoamérica. Históricamente ha existido una apertura cultural que permitió constituir a la música callejera en un trabajo, convirtiendo a los espacios públicos en escenarios emergentes con sonoridades tan diversas como cada sujeto que las compone.
Este ensayo sonoro pone en primer plano la música con que las y los músicos callejeros componen parte de las sonoridades subterráneas. Los registros fueron tomados en octubre de 2017, junio y septiembre de 2018, en las líneas A, B, D y H, en el marco de una investigación antropológica. El audio resultante es una composición que nos lleva por un recorrido posible –e incompleto– de géneros e instrumentaciones audibles en un viaje por la ciudad. A su vez, se pone en evidencia cómo la práctica musical interactúa en este ámbito con otras sonoridades: pasos, voces, altavoces, traqueteos, pregones, señales sonoras, puertas, bocinas, máquinas, velocidad, otras músicas.
Cuando un músico o música se dispone a tocar una canción, sabe que el público del subte no está allí para escucharla. Por eso, la performance suele comenzar con una presentación y finaliza con un saludo y agradecimiento mientras se pasa la gorra, donde los y las viajantes retribuyen económicamente si así lo consideran. En toda esta performance opera una construcción momentánea de empatía, con la que los y las músicas callejeras buscan tres actitudes por parte del público cautivo: la escucha, el aplauso, la colaboración. En cada canción interpretada, se ponen en juego diferentes planos de la música callejera, resumibles en la trayectoria e identidad del intérprete, la escucha de un otro del que se busca una reciprocidad, y la estética del viaje urbano.
Es interesante notar, entonces, cómo la práctica musical callejera entremezcla elementos de dos esferas que se nos suelen presentar como opuestas: el arte y el trabajo. La frase que titula este ensayo me la dijo una mujer mientras esperábamos el subte. Responde a que en el año 2018 se impulsó la reforma de una ley que pasaba a catalogar la música callejera como ruido molesto, y como tal, en un delito. Varios grupos de artistas de la calle reclamaron frente a esto, con el lema de que el arte callejero no es delito.

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